domingo, 30 de marzo de 2008

Por amor al arte

Una mezcla entre el amor por el arte y el arte de ayudar fue el resultado de esta gran exposición de artistas nacionales.
El sábado 29 de marzo a las 18:30 hrs., se inauguró la muestra de Arte Ayuda 2008 en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC). Arte Ayuda es una organización que pertenece a la fundación Paréntesis del Hogar de Cristo, que se dedica especialmente a rescatar a los jóvenes de las drogas y el abandono.
Este evento se realiza hace ya 3 años y su objetivo es juntar dinero, a través de la venta de obras de arte, para recaudar fondos y así hacer nuevos hogares.
Gracias a la acción de Paulo Egenau, director de la fundación, se logra cada año juntar a los mejores artistas de Chile y realizar estas interesantes exposiciones. Este año se trató de 56 artistas nacionales, quienes donaron sus obras y las presentaron con una gran inauguración que incluyó modernos recursos de luces lácer y la participación del grupo medieval Calenda Maia.
La gran variedad de obras -todas realizadas con distintas y peculiares técnicas- y la originalidad de las presentaciones, lograron transformar la ayuda en arte, creando un ambiente muy especial que lograron percibir adultos y niños.
Es éste ambiente que se logró cuando Calenda Maia se disponía a cantar y la gente que pasaba por el sector fue invitada a tomar asiento y escuchar estas antiguas melodías, junto con artistas y gente que se dedicaba a la organización del evento.
Dentro de las obras se encontraban incluso ganadores del Premio Nacional de Artes y destacados pintores, como es el caso del recientemente fallecido Livio Scamperle, quien a pesar de estar ausente físicamente, estuvo dentro de la muestra y así también, dentro del grupo humano que tenía como objetivo final ayudar a mucha gente que lo necesita.
La exposición fue todo un éxito ya que a medida que pasaba la noche, gran parte de los cuadros fueron comprados y así cumpliendo la tarea de ayudar.

lunes, 10 de marzo de 2008

Lastarria; lugar de encuentros

La calle Lastarria es un lugar muy transitado. Está ubicada en la comuna de Santiago, casi en el centro mismo de La Plaza Italia. Por esta calle pasan los veranos calurosos, donde el pavimento hirviendo refleja cada uno de los rayos que se logran asomar entre los árboles. También transitan los otoños, tapizando las veredas de esas hojas medias rojas, medias naranjas. Los inviernos desfilan con todo un torrente de agua, cayendo cada una de las gotas entre los techos cuadrados.
La arquitectura muestra retazos de antigüedad y modernidad, pues se logra ver que hay algunas casas que tienen esos adornos art decó. Incluso algunas muestran unas esculturas de rostros que parece que intentaran asustar a los transeúntes.
Por esta calle se suele ver un personaje calvo, medio amarillento, que suele vestir faldas y gorros, como imitando a una mujer. Camina por esta calle todos los días, como siguiendo un horario y se pasea con un carro de supermercado que hace un estruendo. En su carro, un poco maltrecho, carga artefactos u objetos, los cuales encuentra hurgando en la basura de la esquina de Lastarria con Villavicencio. A veces, cuando resuena como eco en las paredes el cañonazo de las 12:00, él se encuentra con sus manos metidas hasta el fondo del basurero verde.
Aquella vez encontró un zapato; era un mocasín café, con la suela gastada, la punta un poco abierta y con un agujero en la planta. También encontró una enciclopedia, de esas que sólo se usaron alguna vez en la época escolar; tenía la tapa de cuero y letras doradas que pronunciaban “Enciclopedia del arte en Chile, Tomo I”.
Luego de haber buscado cada uno de estos objetos, sacaba un género verde musgo que tenía en muchas partes pequeños orificios. Miraba luego a su alrededor, como esperando que no llegaran los carabineros y se disponía a colocar el género en el gris y tibio pavimento. Era ahí donde instalaba cuidadosamente los objetos uno al lado del otro y esperaba hasta que algún comprador entusiasta o algún coleccionista, se acercara donde él y preguntara cuál es el valor de aquel producto.
Otras veces, mientras él está intentando vender y la noche se viene de prisa, pasa una señora mayor, vestida completamente de rojo, como queriendo evocar aquellos días de oro. Su piel es pálida pero conserva aún esas pecas que quizás conquistaron a algún hombre. Utiliza un sombrero rojo, ancho y poroso, que la protege del sol. Su cuello lleva collares rojos, algunos de tallo de coral y otros de mostacillas grandes. Sus zapatos rojos tienen un taco bastante alto (quizás es por eso que cuando cruza en el semáforo, cojea un poco) y una hebilla dorada, bastante oxidada y desgastada. Pareciera que esta señora vestida de rojo estuviera extraída directamente de alguna película en blanco y negro de aquellos años veinte.
El hombre del carro de supermercado y la señora mayor que se viste de rojo, caminan cada día por la calle Lastarria; a veces hablan con los demás transeúntes, pero todos terminan quitándoles la mirada y apartándose un par de metros.