miércoles, 9 de julio de 2008

La responsabilidad en un mundo sin libertad: la literatura como rescate del ser

Harold Bloom, escritor al cual admiro mucho, dice: “En este sentido soy pragmático. Siempre estoy buscando y poniendo en tela de juicio lo dado, y en este libro seguiré hablando de algo que creo que siempre hago: hablar de los usos de la literatura para la vida, de la utilidad de Shakespeare, de la utilidad de Dante. Obviamente la literatura sirve para la vida, y al afirmar que la función principal de los estudios literarios es enseñar a conocerse a uno mismo y a conocer a los demás, eso significa que todavía no me he jubilado. Hacerlo, como otros lo hacen, siguiendo el patrón ideológico de Foucault, de Marx o de cualquier otro teórico francés me parece un sinsentido absoluto.”[1]
Es que pensar en la literatura como un objeto es un error: no es como un cepillo de dientes que no sirve si no tiene cerdas, ni tampoco un cuchillo que no tiene filo, sino que la literatura es algo más. Mi intención nunca fue ni será definir lo que es para mi la literatura, pero sí sé que no es un objeto. Es muchísimo más que eso, pero es al mismo tiempo indefinible. Pareciera que con esto podemos afirmar que existe, es, es útil, pero es indefinible. Y esto, puede explicarse por la amplitud que contiene la palabra literatura y por la universalidad que ésta conlleva. Entonces, podríamos describir lo que es, a mi parecer, la literatura.
En primer término, la literatura no es una, sino muchas. Quizás estas consideraciones parecen absurdas y un tanto obvias, pero son esenciales para explicar el planteamiento que deseo mostrar. Al decir que la literatura es un sin fin de textos, me refiero a que la literatura es todo: ya sean escritos artísticos (poesía, narrativa, etc.) como textos de cualquier índole. Por lo tanto, la literatura es todo ya que, nuestro único medio de expresión es la lengua y eso hace que escribamos o hablemos con palabras. Por lo tanto, a partir de ésta última afirmación, podríamos concluir que la literatura es de todos y no sólo de un único emisor: si todos poseemos el idioma y el habla, la literatura es parte de nosotros mismos y que, cualquier autor de una expresión escrita (u oral) vendría siendo un anónimo. Es autor en sí, pero al escribir (o al hablar) pasa a formar parte de lo que es la literatura, de ese todo del cual habíamos hablado y así, se produce en él una despersonalización. Tal vez todas estas materias sonaran un tanto trilladas y es muy posible que algún crítico o filósofo ya las haya tratado, pero en esta literatura en la cual escribo, necesito plantear mi pensamiento y no el de otros.
Entonces ya tenemos algunos puntos definidos: la literatura es un todo que nos pertenece a todos y no existe autor alguno en el conglomerado de escritos.
A partir de esto quiero insistir en la idea de la utilidad, de la cual había hablado brevemente anteriormente. Si bien la literatura es un todo y no un objeto como muchos creen, es útil. Es útil por varias razones y enumerarlas se convertiría en una tarea titánica e interminable, pero creo que con sólo hablar de alguno de sus beneficios podría transmitir lo esencial.
Como vimos en la cita de Bloom, menciona a Shakespeare, autor (o no autor) que personalmente me encanta. Al mencionarlo, el crítico sabe de lo que está hablando. Si uno ha leído alguna de las obras de esta autor inglés, habrá notado la complejidad de sus temas. Sin embargo, estos temas son completa y absolutamente cotidianos y contemporáneos. Da lo mismo si la persona (o no persona) escribió en el siglo XVII o en el siglo XXI, pues como ya dijimos, la literatura es un todo y al serlo, pasa a ser atemporal y dinámica.
Pero respecto a esto, ya los hombres que miran su ombligo se preguntarán: “¿Pero de qué sirve saber que el rey Hamlet había sido asesinado?” o, “¿De qué sirve saber que Hamlet estaba medio loco?” o, “¿De qué sirve saber de Macbeth que era un asesino?”, etc.
Bueno, de ellos me encargaré más tarde, pero lo que sí sé es que la literatura sirve y mucho. Quizás, esos hombres que se miran el ombligo continuamente, no sabrán que la literatura es más que personajes fantásticos o historias ficcionadas (aunque ellos mismos se jacten de su conocimiento excepcional de la literatura). Es más que eso: la literatura y respito, es todo, todos somos literatura y al mismo tiempo no; es de todos, pertenece a todos, pero no es de nadie; todos estamos en la literatura (quiéranlo o no).
Basándonos entonces en estas afirmaciones podríamos decir que si es de todos, es nuestra responsabilidad mantenerla, continuarla, transmitirla, etc. En vez de ponerse a pensar en cuál es la función específica de la literatura, deberíamos pensar qué debemos hacer con esto que es de todos y que todos pertenecemos. Por que, si hay algo que une el mundo es la literatura. Si pensamos en todo lo que se cree que fusiona el mundo, como el arte visual, la política, la cosmovisión, etc., nos daremos cuenta que todas estas materias tienen como base la literatura (lenguaje, habla, idioma) y que ésta es capaz de unir a personas completamente distintas y alejadas.
Entonces, podríamos comenzar diciendo que una de las “utilidades” (y lo pongo entre comillas pues pienso que no se debería hablar de utilidad, más bien de beneficio) es la de unir personas. Alguien que vivió en Alemania Oriental quizás leyó El Quijote y yo, ciudadana de Chile y nacida en el siglo XX, leí también la obra: la literatura nos une más allá de tiempo y lugar, nos transporta, nos fusiona, pues los dos tenemos lo que quizás muchos no tienen y es el conocimiento de las aventuras de el Quijote y Sancho. Y a pesar de que la obra está escrita en castellano antiguo, el idioma (o la literatura) es capaz de traducirlos para que todos podamos tenerlo y leerlo.

Tal vez es imperiosa la necesidad de remitirnos a Aristóteles y su Poética. Podemos ver en su obra que lo esencial de una tragedia (la cual pertenece a la literatura) es la mimesis o imitación de una acción o historia. Es ésta mimesis la que hace de la literatura un asunto “útil”. Al imitar la realidad, la literatura es capaz de mostrarnos la vida: ya sea en un relato de pequeña extensión como uno de mucha, la literatura es capaz de retratarnos lo que es la vida y lo que significa vivir. Anteriormente hablábamos de los personajes y cómo estos son totalmente inverosímiles al momento de darles una utilidad. Pues con estas afirmaciones estamos dando en el punto de que la literatura, mediante símbolos (personificados por personajes, valga la redundancia) permite mostrarnos la realidad como si fuera un espejo. Se refleja en ella y ella se refleja en nosotros: si bien es una especie de espejo, lo que vemos al otro lado es una representación irreal, que no existe. No existe en la vida real, pero si pertenece a un significado latente de lo que es la vida y todo lo que conocemos.
Antes comentábamos sobre Shakespeare y, si nos propusiéramos la absurda empresa de tener que responder cada una de las preguntas sin sentido, podríamos responder lo siguiente: todo sirve, pero no en un plano real, es decir, no sirve el hecho de que exista Hamlet o Macbeth, sino el hecho de cómo cada una de las historias retratadas se refleja en tu vida y cómo esas historias, que son como espejos, muestran la realidad.

Ya tenemos dos “utilidades” claras: la unión social y el reflejo de la realidad. Y es en cuanto a esta última que podemos agregar algunos asuntos. Si bien, como afirmé hace un momento, la literatura muestra la realidad como si fuera un espejo, como dice Aristóteles. Pero la cuestión que viene después de esto es preguntarse; “bueno, pero ¿qué hacemos con lo que nos muestra?, ¿para qué nos sirve?”. Y es con esto que podemos dar paso a la siguiente ventaja.
Entonces, podríamos resumir que la literatura nos entrega una imitación y nos muestra la vida. Así nosotros, los lectores, podemos disfrutarla, observarla desde lejos como espías de una escena. Pero, la manera en cómo nos llega y qué podemos hacer con ella es lo importante. Nuevamente podemos posar nuestra mirada hacia Aristóteles quien nos cuenta que, una de las finalidades de la obra literaria es la de la catarsis.
Catarsis es “Purificación, liberación o transformación interior suscitados por una experiencia vital profunda.”[2] y al ser una de las condiciones básicas de la literatura, merece toda la atención. Si nos dan esta imitación de la realidad, nosotros debemos (o podemos) purificar nuestro organismo, internar cada una de las historias de ficción contadas por otros y seguir adelante. Por eso, si yo leo alguna obra como la Ilíada, podría decirse que yo continúo mi vida normal y sigo viviendo, pero profundamente hay un cambio: ninguna obra pasa desapercibida por mí ser luego de leerla. Sin embargo, no podría afirmar expresamente que todos los libros que he leído me han ayudado a purificar mis penas y mis problemas. Creo que esta afirmación lo la podría hacer nadie y quien la haga, probablemente esté mintiendo. Sí puedo afirmar que 1 o 2 lecturas provocaron en mi algo que pude percibir concientemente. Por ejemplo, cada vez que tengo algún problema, donde tengo que elegir y optar por un camino, leo Siddhartha de Herman Hesse y la verdad es que siempre me ha ayudado. No sé qué exactamente es lo que me calma en esos momentos, pero sé que me siento mejor luego de leerlo.
Entonces, aquí tenemos el siguiente beneficio de la literatura: purificar el interior y transformarnos permanentemente.


Es obvio pero necesario, enumerar las características más simples de la literatura. Primero, tenemos que la literatura es capaz de trasportarnos a otros tiempos y lugares.
Es esto lo que hace de la literatura una fuente de entretenimiento y conocimiento que traspasan la barrera de cualquier arte. Otra de sus características es, como nombraba anteriormente, el entretenimiento. La mezcla deliberada y la ordenación de palabras, permiten construir historias que son capaces de hacernos reír, llorar, enrabiarnos, etc.
La literatura sirve también para la cultura. Mucho se ha dicho sobre que la literatura es la fuente de conocimiento, refiriéndose a la literatura como obra de arte. Y a veces se dice que mientras más uno lee, más culto puede llegar a ser: quizás en esto tengan un poco de razón. Sin embargo, depende cómo manejes el mensaje que te transmite la literatura, del cual hablamos anteriormente.

Hasta aquí tenemos una simple pero verdadera defensa de la literatura. Así pues, cuando personas de esas que plagan el país, continúen preguntándose sobre la “utilidad” de la literatura, que lo sigan haciendo y que sigan pensando que no es útil, pues así morirán solos y vacíos, como esas escupideras que existían hace algunos años.
Lamentablemente para ellos, la literatura sí sirve y, partiendo de esta afirmación que he estado repitiendo y comprobando en todo lo preliminar, podremos continuar con nuestra tarea que tiene como objetivo aterrizar las ideas e intentar ese cambio que necesitamos.

En el título sentencié que este mundo no tiene libertad. Con esto me refiero a que vivimos en una sociedad donde todo está controlado y fríamente medido. Nos basamos en el dinero, en lo que podemos llegar a tener, a nuestras esperanzas, nuestros miedos, en nuestros problemas, etc. Vivimos entonces, hacinados en nosotros mismos, mirándonos siempre hacia dentro y estando presos del sistema en que vivimos.
Además, el texto de José Victorino Lastarria pesó mucho a la hora de hacer este ensayo, pues cuando dice “Nosotros debemos pensar en sacrificarnos por la utilidad de la patria” nos está hablando a nosotros, a todos, pero en especial a nosotros que estudiamos esta materia que pertenece a todos y que en algún momento, dejó de estar presente en nuestras vidas. En algún momento, la literatura comenzó a estar alejada del mundo y pasó a ser exclusivamente de nosotros, los que la estudiamos.
Pero la literatura, esa de la cual hablamos anteriormente, debe estar ahí, debe rescatarse: al hacerlo, nos estamos rescatando nosotros mismo, pues la literatura es el hombre y el hombre es a la literatura.
Concluyendo, pues creo que esta idea debe quedar plasmada por algún tiempo y debe pasar a ser una reflexión, la literatura debe ser traída a su original y éste es el hombre. El hombre se debe a la literatura y viceversa, pues nosotros la construimos, la pulimos, la leímos, la vivimos, etc.
La literatura es parte de nosotros y una parte muy importante para nuestra vida, es por eso que al rescatarla de las “aguas del olvido” nos estamos reencontrando con nosotros mismos y estamos volviendo a ser como éramos antes.
Y nuestra responsabilidad como personajes que se nos fue impuesto la tarea de aprender sobre la esencia humana, es decir, sobre la literatura, es transmitir lo fundamental que es ésta y mostrarle a todos los individuos que la literatura no son líneas aburridas que escribió un viejo, sino el testimonio de nosotros mismos y mucho más que eso.
Por que, para este mundo sin libertad, se debe rescatar el ser, la esencia de todo.

[1] Entrevista a Harold Bloom. Extraído de http://www.trazegnies.arrakis.es/bloom.html, el día martes 8 de julio.
[2] Diccionario de la Real Academia Española. Extraído de www.rae.es, el día martes 8 de julio.